sábado, 24 de mayo de 2008

Raimon-Al Vent




Raimon Pelejero, el cantautor de Xàtiva que hace 40 años enardeció con su canto los
corazones de miles de estudiantes madrileños, repitió ayer su gesta en el mismo campus, la Universidad Complutense, donde su poema Al vent, rubricó un mes de mayo histórico e inolvidable. La emoción y la nostalgia acompañaron una actuación muy anhelada, que colmó el anfiteatro y buena parte de los salones de la facultad de Medicina. Tal fue el espacio elegido para reeditar tan memorable recital.

Ante tres ministras y un ministro, el rector Carlos Berzosa homenajeó a José Luis Sampedro y dedicó un emotivo recuerdo al estudiante de Ingenieros Industriales, Arturo Mora, fallecido en 1978, organizador de aquel primer evento, un 18 de mayo de 1968.

Mientras Raimon -Pele para sus amigos- con su aspecto de viajero veterano pero de alma adolescente, desgranaba con broncínea voz y decir firme sus canciones, chispazos de gozo y punzadas de añoranza honda recorrían el ánimo de muchos de los asistentes, en cuyos ojos no era difícil adivinar, a medida que la noche y los poemas avanzaban, destellos de lágrimas que, en ocasiones, se ocultaban a la vista pero abrasaban en secreto decenas de gargantas.

Era muy difícil, en la noche primaveral de ayer, olvidar el impacto que Raimon causó aquí aquel sábado cuatro décadas hace, cuando su música y su palabra estremecieron al estudiantado madrileño, recién vertebrado entonces en un movimiento que, junto al de la clase obrera, tanto contribuyó a hostigar a aquel régimen despótico contra el que Raimon cantaba por ensombrecer España durante 39 años. Resultaba imposible no recordar a aquellos que en la lucha contra el franquismo, en cuya vanguardia Raimon militó con su guitarra y sus poemas, dejaron su vida por causa de la represión -como evocó Carlos Berzosa- o la vieron quebrada y dolorida por la tortura, la persecución o el destierro.

La gente recordaba a los obreros de Vitoria; Pedro Patiño, obrero de la construcción; los abogados laboralistas de Atocha; los cinco de Hoyo de Manzanares; los estudiantes Enrique Ruano, María Luz Nájera, Arturo Ruiz; Julián Grimau, dirigente comunista..., y tantos otros, anarquistas, socialistas, libertarios. Durante el recital de ayer, su recuerdo pareció regresar mansamente desde la memoria y bendecir a muchos asistentes con su aura dolorida y digna.

También hubo espacio para la alegría, el gozo del reencuentro tras el caprichoso fluir de la vida entre muchos de los que también entonces acudieron a la Ciudad Universitaria. Así, Clara Ballesteros, que conserva con unción una entrada de aquel concierto, al precio de 25 pesetas. Comentarios sobre el pasado, o sobre el más cercano presente, también hubo entre el público en las pausas de Raimon: "Se están comiendo a los caníbales", decía respecto a la crisis del PP un economista hoy vinculado a una ONG. Un doctor en Exactas, comentaba: "Que nos quiten lo bailao". Baile no, pero poemas de Ausias March, Espriu y Raimon, más música y memoria, sí hubo anoche en Madrid, a cuatro décadas de aquel 18 de mayo de 1968, primer año triunfal de la lucha democrática contra la dictadura de Franco Bahamonde.

El legado de aquellas luchas quedó patente al culminar el recital: decenas de estudiantes, tras una gran pancarta, coreaban: Bolonia, ¡diguem no!, con el mismo lema con que Raimon, en su día y con el rostro al viento, alentó la lucha estudiantil...

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